lunes, 13 de junio de 2016

Educación Emocional en casa



Numerosos estudios indican que las relaciones interpersonales, especialmente las familiares, son uno de los factores predictivos de la felicidad y el bienestar emocional, así como también una de las causas más importantes de conflicto y malestar que provocan en las personas emociones negativas como la tristeza, el rencor o el odio.

Así que, es necesario que en la familia se fomente y se consiga el desarrollo de las competencias emocionales que nos permitan vivir juntos con el mayor bienestar.



¿Qué clima emocional creamos en casa cuando vivimos inmersos en el estrés, la ansiedad, el miedo, la tristeza o la rabia? ¿Qué efecto tienen nuestras propias emociones y nuestras prisas, en nuestros hijos…irritabilidad, ansiedad, rabia…?

Lo primero que hay que hacer para poder desarrollar las competencias emocionales es tomar conciencia de nuestras emociones, empezando por uno mismo. Los padres y madres somos los primeros que debemos desarrollar nuestra inteligencia emocional, si queremos ser un referente para ayudar a nuestros hijos en su desarrollo emocional. Los padres somos modelos de comportamiento para nuestros hijos, por eso es necesario que desarrollemos nuestra inteligencia emocional para favorecer la de nuestros hijos. 

Para empezar a desarrollar nuestra conciencia emocional podemos respondernos a preguntas como estas:
¿Cómo me siento?
¿Por qué  me siento así?
¿Cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo?
¿Esta emoción me ayuda a resolver esta situación? ¿Qué estrategia puedo utilizar para mantenerla? O ¿Qué puedo hacer para cambiarla y sentirme mejor?

El siguiente paso será ayudar a nuestros hijos a detectar cómo se sienten ellos y cualquier situación es buena para practicar y desarrollar la conciencia emocional, para ayudarles a prestar atención a sus emociones y a ponerle nombre a eso que sienten, a través de nuestro ejemplo, verbalizando nosotros mismos nuestros sentimientos, cuando estamos contentos, enfadados, tristes…

Ahora bien, no podemos quedarnos ahí, aunque todas las emociones son legítimas y así es necesario aceptarlas, el comportamiento automático que se deriva de algunas de ellas (como la respuesta de atacar asociada a la ira) no son siempre adecuadas. Así que tendremos que enseñar a nuestros hijos cual es la diferencia entre estar enfadado y pegar a un compañero porqué me siento enfadado. Estar enfadado es algo natural y legítimo, pero pegar a un compañero como consecuencia de un enfado, no es aceptable.

Se puede encontrar abundante material para desarrollar la conciencia emocional de nuestros hijos, pero estas son algunas actividades que podemos hacer con ellos para fomentarla en casa:
Con los más pequeños podemos dibujar caras que expresen diferentes emociones, pidiéndoles que nos indiquen cómo se sienten ellos en estos momentos y en que situaciones sienten cada una de las emociones que vayamos dibujando.
Utilizando un espejo, jugar a imitar juntos diferentes emociones (poner caras), para que observen y reconozcan como cambian ellos mismos y los demás sus gestos según la emoción.
Ante algún suceso que para ellos sea importante, ayudarles a conectar con la emoción que sienten en ese momento, ponerle nombre y detectar porqué se sienten así.
Con hijos adolescentes, se les puede animar a trabajar un diario emocional en el que puedan anotar, cuando hayan vivido alguna situación positiva o negativa, cómo se sienten, por qué, si creen que es necesario cambiar la emoción y qué podrían hacer para cambiarla.

Expresar nuestras emociones es fundamental para comprender las emociones de los demás. “Leer”, reconocer, comprender y conectar con las emociones de los demás (la empatía) nos permite relacionarnos mejor con nuestro entorno, en la familia, en el trabajo, con los amigos, permite tener relaciones interpersonales de mayor calidad, que a su vez generan mayor bienestar. Al contrario, cuando una persona carece de empatía puede comportarse de manera agresiva y violenta con los demás y no sentir ningún tipo de compasión por los demás, ya que tienen dificultades para entender las emociones ajenas y esto provoca que sus relaciones interpersonales fracasen ya que pueden herir fácilmente a los otros al no detectar ni leer adecuadamente sus sentimientos. 

La empatía es fundamental para poder educar a nuestros hijos desde la comprensión pudiendo conectar emocionalmente con ellos. El coste de la falta de sintonía con nuestros hijos puede ser muy grande y los beneficios de lograr esta conexión emocional enormes. Si conseguimos esto, estaremos creando en nuestro hogar un clima de convivencia, entendimiento y armonía que favorecerá unas mejores relaciones con nuestros hijos evitando conflictos y confrontaciones tan infructuosos como innecesarios.
Si comprendemos a nuestros hijos y conectamos emocionalmente con ellos, aprenderán de nuestro modelo y serán sensibles a las emociones de quienes les rodean. Leer o mirar una película juntos son actividades que nos permiten trabajar la comprensión de las emociones de las otras personas con los niños, desarrollar la empatía al mismo tiempo que practicamos y aumentamos el vocabulario emocional.



Para regular y gestionar las emociones negativas y fomentar en nuestros hijos las emociones positivas podemos utilizar varios recursos:
Escuchar varios tipos de música con nuestros hijos, para que puedan escoger aquellas que les generen tranquilidad, calma, paz interior o alegría, para regular su estrés, enfado, tristeza, identificar qué tipo de música le puede ayudar a cambiar ese estado.
Compartir nuestro tiempo libre y jugar con ellos sin llegar a crear dependencia, cantar y bailar. Fomentar y crear experiencias emocionales positivas que mejoren nuestra relación con ellos, reírnos, fomentando el sentido del humor y las emociones positivas al mismo tiempo que aprenden y desarrollan su tolerancia a la frustración, el control de la impulsividad a respetar los turnos y a escuchar con atención.
Quererles. Es necesario mostrar a nuestros hijos el amor que sentimos por ellos, con palabras y con nuestro lenguaje corporal. Dar caricias y muestras de afecto ayuda a sentirnos buen y a compartir emociones positivas. Los niños que carecen de contacto físico tienden a tener relaciones interpersonales menos satisfactorias y a mostrar conductas antisociales. Es importante darles afecto y cariño a través del tacto, las caricias y los besos a nuestros hijos y ayudarles a ser conscientes del bienestar que se siente cuando se dan y se reciben estas muestras de afecto, enseñándoles a usar el lenguaje corporal para mostrar amor y cariño a los demás.








Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar




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