martes, 12 de julio de 2016

¿Eres tú la madrastra o el padrastro? Superar las dificultades



Muchas de las dificultades a las que tienen que hacer frente las familias reconstruidas son distintas de las dificultades que afrontan las familias nucleares. La novedad de las situaciones que experimentan los miembros de la nueva familia junto con el desconocimiento de cómo afrontarlas, puede ocasionarles frustración y desánimo.

Las tasas de separaciones y divorcios han aumentado progresivamente en nuestra sociedad. Sin embargo, la mayoría de las personas separadas o divorciadas siguen apostando por la convivencia en pareja, conformando así, cada vez más, familias reconstruidas en las que, uno o ambos miembros de la pareja aporta al menos un hijo de una relación anterior, lo que convierte a los miembros de la pareja en padrastro o madrastra de los hijos de su pareja. ¿Es este tu caso?


Las familias reconstruidas son diferentes de las familias nucleares, así que su funcionamiento tiene que ser distinto también en muchos aspectos. Es un error muy común, pretender desde el inicio actuar como si se tratara de una familia nuclear, excluyendo a los ex cónyuges, asumiendo los padrastros o madrastras plena responsabilidad sobre la educación de los hijastros y/o tratando de forzar los lazos afectivos entre los miembros de la familia.

Muchos estudios señalan que la integración y la satisfacción en las familias reconstruidas dependen de dos factores básicos:

Establecer una relación de pareja sólida y satisfactoria y;

Construir una buena relación entre padrastros e hijastros.

Y ¿cómo puede la madrastra o el padrastro contribuir a que esto ocurra?

Conviene no excederse tratando de agradar o complacer a los hijastros, recordando que el desarrollo del vínculo afectivo requiere de tiempo.

Plantearse, junto con la pareja, cuál puede ser la mejor manera de actuar respecto a los hijastros teniendo en cuenta su edad, el tiempo que se convive con ellos, el grado de implicación y responsabilidad asumido por los padres biológicos, la actitud inicial del propio hijastro/a hacia tu persona y sobre todo cuáles son tus deseos al respecto, evitando en lo posible adoptar el papel de figura paternal sustitutoria y dándote un tiempo para encontrar tu espacio en tu relación con los hijastros.

Intenta mantener una relación amistosa y cordial con los hijastros manteniéndote al margen en las cuestiones referentes a la disciplina, dejando que sean los padres los que asuman esta responsabilidad, tal como les corresponde.

En todo caso y si es posible, deja claro a tus hijastros (junto con tu pareja) que no pretendes suplantar a su padre o madre, pero que como en todos los hogares las reglas y normas de convivencia son necesarias y que tu papel como adulto es apoyar a su padre o madre en tratar de que se cumplan.

Por difícil que parezca, trata de no interpretar el rechazo inicial de tus hijastros como un ataque personal. Intenta ponerte en su lugar para entender su nueva situación, teniendo en cuenta cómo ha sido su historia familiar anterior, cómo ha sido la relación entre sus padres, los cambios por los que ha tenido que pasar y el poco o nulo control que ha tenido en la toma de decisiones importantes y que le afectan directamente. Y si te es posible, intenta comprender su reacción, cuáles son sus incertidumbres o sus miedos con respecto a tu entrada en su vida y cómo le van a afectar sus nuevas circunstancias en su vida y en su relación con sus padres. 




Busca, mediante el diálogo, el acuerdo y el apoyo de tu pareja, con respecto a tu actuación con su hijo/a.

Y sobre todo, cuida tu relación de pareja, no dediques todos tus esfuerzos a tu relación con los hijastros, ellos también se verán beneficiados de que se afiance vuestra relación.







Cristina Enseñat Forteza-Rey 
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar



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